
Para las cumbres voy donde los guanacos
cruzan cogote con las nubes,
donde si se me cruza un pájaro en la mirada
sea la mejor idea que se me ocurra.
Estarán saludarme cuando llegue
cerros amigos de arrugada cara, cejas nieve,
rumor de viento y lo que nos decimos
por boca de un arroyo de todo eso.
Cambiaré como víbora este cuero
de pavimento por subir quebrada,
carrera el corazón dando patadas
a lo caballo que ha cortado lazo.
Seguiré siempre arriba en aire puro
moviendo la cabeza reverente,
fina la oreja, cariñoso el ojo,
la mano alta para sutiles saludos.
Por eso voy a San Juan rumbo al oeste
como a salirme ventanilla afuera
a que me vean aquellos, los nevados,
Cordillera brava
donde dejé por la mitad un canto.
Es a que me apuntalen esas cumbres.
Ver si prendido de sus crines puna
y pataleando por sus costillares
pueda sacar cabeza por encima
y juntarme con todo un instante.
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